martes, 11 de diciembre de 2007

Sobre la Arqueología del Saber



Reconstruir la historia del pensamiento desde una perspectiva genealógica, es decir, entendiendo su proceso de generación, y no sólo los hitos relevantes (pobre conceptos de historia) es una tarea de interpretación fascinante.

Para comprender los procesos, entramos en diálogo pensante con sus registros, y leemos, a la luz de sus palabras, y de nuestro pensar, creando dialógicamente un nuevo pensar. Hacemos filosofía.

Foucault, tomando con mucha lucidez conceptos de historia y genealogía de Nietzsche, crea el concepto de arqueología del saber. Sobre él señala que es un esfuerzo por reencontrar aquello a partir de lo cual han sido posibles conocimientos y teorías; según cuál espacio de orden se ha constituido el saber, sobre el fondo de qué a priori histórico y en qué elemento de positividad han podido aparecer las ideas, constituirse las ciencias, reflexionarse las experiencias en las filosofías, formarse las racionalidades para anularse y desvanecerse quizá pronto.
No se trata de conocimientos descritos en su progreso hacia una objetividad en la que al fin pueda reconocerse nuestra ciencia actual; lo que se intentará sacar a la luz es el campo epistemológico, la episteme en la que los conocimientos, considerados fuera de cualquier criterio que se refiera a su valor racional o a sus formas objetivas, hunden su positividad y manifiestan así una historia que no es la de su perfección creciente, sino la de sus condiciones de posibilidad(...)más que una historia en el sentido tradicional de la palabra, se trata de una arqueología.

(...)la arqueología, al dirigirse al espacio general del saber, a sus configuraciones y al modo de ser de las cosas que allí aparecen, define los sistemas de simultaneidad, lo mismo que la serie de las mutaciones necesarias y suficientes para circunscribir el umbral de la nueva positividad
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Las palabras y las cosas
Siglo XXI editores, 13º edición, bs. aires
páginas 7-8

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